
Argelia
En el templo hay misa diaria a las seis y los domingos a las ocho de la mañana, a las diez, y a las siete de la noche. Los vitrales son conocidos como los segundos más bonitos de todo Colombia.
Un recorrido por Argelia, el pueblo más colorido y solidario del Valle
A cuatro horas de camino y después de muchas curvas trazadas hacia arriba, queda Argelia, un pueblo para subir a contemplar por razones que empiezan en sus cultivos, pasan por su iglesia e incluyen una escuela que no se repite en la región. Pistas de un pueblo donde la distancia fue una fortuna
Para subir a contemplar
Argelia
Aunque el casco urbano de Argelia se recorre en una caminata de media hora y toda su población no supera los 6.500 habitantes, la zona rural está a lo ancho y alto de montañas que terminan donde empieza El Cairo.
Argelia queda a cuatro horas desde la capital vallecaucana, su gente es muy conocida por ser muy servicial en su himno una frase “todo el que llega, se le mira con amor”. Descúbralo en este recorrido fotográfico.
“Otra vuelta. Otro de esos pueblos para los que la lejanía geográfica terminó siendo una fortuna que los blindó de pestes como la del narcotráfico, que allá no alcanzó a echar raíz, asegura el secretario de Gobierno, José Giraldo, de paso contando que ya llevan nueve meses sin muertes violentas”
Argelia
En el templo hay misa diaria a las seis y los domingos a las ocho de la mañana, a las diez, y a las siete de la noche. Los vitrales son conocidos como los segundos más bonitos de todo Colombia.
“De lo que sí saben en Argelia, cuenta el muchacho, es la de la belleza que tienen los vitrales de la iglesia, adornándola y filtrándole la luz en colores desde que el templo fue construido el otro siglo. Giovanny Díaz, de pelo y barba como apóstol bíblico, y sacristán desde hace dos años, escuchó que los vitrales fueron traídos desde España y que los que han sufrido alguna avería han sido reparados conservando la técnica original”
Argelia
Escuela Cristóbal Colón en la Vereda la Aurora.
Ahora lo único que falta con urgencia, muestra el profe, son los vidrios para las ventanas. Pero ya un señor de Argelia dijo que los iba a donar. Por las ventanas, la mayoría de los salones quedan viendo hacia la carretera que continua hacia la vereda. Es una destapada en buen estado y con muy poco tránsito. En la escuela hay 37 alumnos y el momento de mayor congestión es cuando los padres de familia llegan en moto y o pie, para recogerlos a las dos de la tarde. Se van viendo el paisaje que les llena el panorama. Escuchando el viento que suavecito silva susurros. Las pavas están de regreso. Parado en un montículo de pasto desde donde se ve todo, el cielo, las montañas, los salones, las pinturas en los muros, el profesor Luis Gonzaga se queda contemplando la escuela. Sonríe. En todo el Valle, no hay una de ese color.
El País recorre el departamento buscando las historias de la región insospechada